Exhibiendo el Alma...

"Dedicado a los que lo hacen con el cuore en la mano, para todos esos que son mis hermanos. Hombres y Mujeres sinceros que no van por la espalda, es para ustedes esta exhibicion del alma..."

Abram, Exhibiendo el Alma.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Nunca Te Odie.

Cerré el casquete y me decidí a enterrarla, decidí olvidar, todo así lo que había hecho, las sensaciones que me llenaban y me atormentaban, me enorgullecían hasta cierto grado, quería gritar y llorar. No me bastaría más que enterrarla, quería dejarlo todo atrás.
De camino al lugar no me peso, mas si me marco; las imágenes jamás las olvidare, quería pasar el momento, no me torturarían los hechos pero si lo que haría al final, la enterraría fríamente, nunca la vería mas.
De camino, el costal, tras muchos viajes marcaba fielmente su silueta, marcaba tan claramente su expresión. Odiaba esa nariz, esas facciones que me calaban tan dentro, solo me restaba enterrar en mi crimen esa cabeza.
No me preocupaba ser descubierto ni ser visto, solo quería librarme de ella ahora para así no volver a verla jamás.
Recordaría las razones, pero reviviría más lo que me hizo odiarla; recordaría que me lastimo y que me hirió, también lo que me marco. Racionalizaría mis acciones y las condenaría, mas nunca las entendería completamente.
Cuando apaleaba la tierra se levantaron mis pesares, cada carga que depositaba era una carga menos sobre mí. Termine tan rápido como empecé, tanto que ni cuenta me di. “mi crimen sanara mis pesares”. Me sentía fuera de mi ser, flotando, a lo mejor, tan sereno al fin. Suspire.
Lo único que me restaba en esa madrugada, era ir a mi casa a esperar el amanecer; después me entregaría, explicaría mi crimen. Les relataría paso a paso la razón de mi tremendo enloquecer.
Esteban Falfán Nino

Las Carnitas.

Hoy era día de mercado, así que deje todo listo en casa y me encamine a realizar las compras de la semana, tenía en mente verduras, carne y frutas. En el trayecto me encontré con Poncho, el cual me pregunto ¿Puedo acompañarte? A lo que yo le dije: ¿por que no? Lo raro es que él es vegetariano, pero no preste importancia al hecho. Ya en el mercado, él comento no había venido nunca, pues hay mucha suciedad y los olores no son muy agradables. Iniciamos pues el recorrido en las verduras, después las frutas y terminamos en la sección de carnes; grande fue su sorpresa cuando vio por primera vez la cabeza de un cerdo, fue tanta su impresión que se desmayo, vino la ambulancia y hasta al hospital fuimos a parar.Prometió que nunca más iría al mercado y de hacer su campaña en contra de la matanza de animales.
Moraleja: La carne no es buena y la de cerdo menos, ¡ah! pero que ricas son las carnitas.
Juan Ortega

La Cabeza.

Ya me había acostumbrado a su compañía. La veía desde mi habitación, pegada a la ventana… a veces giraba, otras tantas me guiñaba el ojo.No pude evitar el correr asustada y gritando como una loca la primera vez que la vi; pero pasados los días se hizo parte de la vida cotidiana, como la mesa del té, las cortinas de la puerta…Era una cabeza pequeñita, con una larga cabellera y un gesto peculiar: como abriendo los ojos y la boca a su vez.Aún me pregunto por que nadie mas la veía; claro, no iba a andar por ahí divulgando mi reciente hallazgo, me hubieran tomado por loca y enviado con ese doctor… así que me dispuse a hacer un experimento.Nancy era una odiosa, de esas niñas que caen mal con solo verlas; decían que tenía problemas del corazón, algún mal hereditario. Hasta donde sé, nadie hablaba con la pobrecilla, creo que mas bien era ella quien se rehusaba a hablar con cualquiera.
Un día invité a la Nancy a mi casa, al ver la cabeza, seguro le daba un infarto. Tras una pequeña charla y dos tazas de té, la invité a entrar a mi habitación; entonces la vi muy contenta, meciéndose junto a la ventana como siempre. Le dije a Nancy que mirara y sin embargo, solo hizo un comentario sobre el pasto bien cuidado de mi madre, y nada mas pasó…
Desde ese día tuve muchos huéspedes; cada semana, traía a alguien nuevo a la casa, casi siempre, personas que no me agradaban mucho: los hermanos Pansy, la vecina, mi profesora de piano… siempre con la esperanza de que la cabeza se hiciera visible ante ellos y horrorizados desaparecieran, se fueran lejos; pero eso nunca ocurrió, y en su lugar, desde entonces, hice muchos amigos.

Astrid Ariadna Cuevas Martínez

martes, 25 de noviembre de 2008

¿Quién Soy?

Una mañana desperté y me encontraba perdido entre una extensa oscuridad, rodeado de suelo blando y enormes lianas colgantes que se enredaban entre sí, parecía un terreno montañoso y desértico, más sin embargo, ya cansado por la incertidumbre y el miedo que en mi habitaba decidí adentrarme a lo profundo de la oscuridad. Guiado por unas pequeñas pero agitadas voces que escuchaba muy a lo lejos, me tope con algo que me dejo desconcertado, pues, parecía no haber nada en ese lugar del que emanaban éstas, el poder que ejercían sobre mi era tan intenso que me hacia sentir seguro y acompañado e incluso como un llamado familiar, entonces, comenzaron a agudizarse las dudas y las preguntas: ¿Dónde estoy?¿que sucede?¿que lugar es?¿será un sueño?¿acaso e descubierto un nuevo mundo?¿es otra realidad?¿habré muerto?, al estar al borde de enloquecer tuve una gran idea como un destello de lucidez y calma, me dispuse a subir esas enormes lianas negras creyendo que al llegar a la punta de ellas vería con mas claridad el lugar donde me encontraba y dar respuesta a tantas dudas. Al hacerlo me di cuenta que poseía una gran agilidad y fuerza impresionantes y aun mejor era testigo de que mis sentidos se habían agudizado de una forma increíble, pero, estando en la punta mas alta me sorprendí cuando me tope con una horrible y reveladora verdad, estaba en la punta más alta pero no de una liana sino de un pelo negro insertado en una enorme cabeza, sí, era yo, una pulga.
Rogelio Isaí Cruz Castañeda

En Tono Sepia.

Aún no salía el sol cuando desperté; se me había hecho tarde y yo no era capaz de salir de mi habitación, cruzar el estrecho y frío pasillo hasta la sala donde estaba mi madre leyendo tranquilamente, fingiendo que había olvidado que me tenía que marchar, sabiendo que no tenía dinero ni mucho menos valor para pedirle nada.
Mis pasos cada vez más efusivos y desesperados hartaron a mi padre. Fue a mi habitación y con la misma mirada indiferente de siempre me vio, sacó cien pesos de su cartera cambiando repentinamente de actitud y, por un segundo su mirada ya no era de indiferencia, era de lástima. No sé que fue peor.
escuche que venían por mi, mi corazón latía rápidamente, tenía un miedo atroz, me volvía cobarde a última hora, aún tenía tiempo de huir, sin embargo, hice lo más estúpido: esconderme tras el viejo baúl. Estaba tan enojada conmigo misma que me daban ganas de ser castiga por mi estupidez, de gritarles para que llegaran pronto.
Fue entonces cuando oí esa voz familiar, era mi querido amigo Roberto, venía para hacer el viaje conmigo; en ese momento su presencia fue tan reconfortante que me hizo recuperar el valor y salir de mi escondite, faltaban dos minutos para que llegara el camión, así que agarré la ridícula cantidad de dinero que me había dado mi padre y salí hasta la carretera a lado de mi querido y fiel amigo.
Poco tiempo después apareció un camión blanco y viejo, tenía el aspecto de una ambulancia oxidada; me extrañó que llegaran en un vehículo así; no me esperaba, no me imaginaba lo que adentro me iba a encontrar.
cuando subí a la camioneta, ya había amanecido, la luz era tenue todavía, los rayos del sol se veían particularmente frágiles, una extraña sensación me invadía, estaba muy inquieta cuando noté que el tono de la luz era completamente diferente, en un segundo me sentí como atrapada en un cuadro color sepia, como en esas fotografías antiguas que dejan la sensación de tristeza, de nostalgia… la imagen que percibí fue tan desgarradora que no me perdoné tantos años de insensibilidad ante el dolor ajeno.
A los costados del camión había unas camillas y sobre ellas, delfines hembras preñadas, algunas estaban en peligro de aborto y las que estaban dando a luz, parían delfincitos muertos.
Mi misión en esa camioneta era encontrar la razón de la muerte de esos delfines bebés, la desesperación se adueñaba de mis movimientos y no me dejaba pensar, no era capaz de hacer nada y corría de una camilla a la otra tratando de asistir a las hembras que empezaban a parir, pero en cuanto me acercaba al bebé delfín moría. Comencé a pensar que era a causa mía, supuse que yo estaba provocando eso de alguna manera, y entré en un ataque de paranoia.
Todo está de nuevo en tono sepia, sólo que ahora estoy en un hospital psiquiátrico, aún no estoy segura si estoy en calidad de paciente o de doctora, comienzo a sospechar que todo ha sido una trampa, por eso mi madre no salió a despedirme, por eso mi padre me dio tan poco dinero para un viaje tan largo…
Lo que si me queda claro es que esas sensaciones fueron inducidas, fueron planeadas, me dieron algo para que yo sintiera eso ante aquella imagen tan terrible, sabían que ante la impotencia me pondría mal y podrían hacer cualquier cosa en contra de mi voluntad. ¡Esa es la razón por la que estoy aquí!
Es una mentira piadosa la que me dicen cada mañana cuando me saludan, puede que hasta se estén burlando de mí, por eso me dicen ¡doctora! quieren controlar mi mente.
La cabeza me duele, siento que se me parte en dos. A esto le llaman los psiquiatras en la psicosis: escisión. A quien se le puede ocurrir que la cabeza de alguien está divida en dos.
Todo vuelve a la normalidad, el sol brilla en su tono natural, parece el medio día porqué está en todo su esplendor…

–buenos días doctora

–buenos días, se te ha hecho tarde, tu consulta era hace veinte minutos

–lo siento doctora, es que pensé que estaba con alguien, como la escuché hablando…
– ¡oh! lo que pasa es que estaba en el teléfono. Pero bueno, pasemos a nuestro asunto, ¿cómo te has sentido esta semana?
Mary Carmen Salazar

Dolores.

Eran casi las tres de la tarde, Hugo y Esteban jugaban en el patio de la vecindad donde vivían, esperando a que su madre regresara pues según ellos había salido por la comida, pero eso no les constaba, la habían dejado de ver hacía algunas horas y aunque no tenían la certeza de dónde se encontraba siguieron jugando sin la menor preocupación. Pasaron las horas y ella no volvía; el hermano mayor que era Hugo de doce años se empezó a preocupar y a pensar si la vecina del 512 hubiera vuelto a reclamarle a su madre por la ventana rota por ellos mismos el día anterior que jugaban fútbol, tenían miedo que comenzaran a pelear y que la vecina le hiciera daño a su madre, ya que la “vieja loca”, como la llamaban los hermanos, tenía fama de agresiva y pleitera y todos los vecinos decían que había asesinado a dos mujeres que veía platicando con cualquier hombre, ya que se había vuelto loca (literalmente) desde que su marido la había dejado por otra.Cuando dieron las ocho, los niños no sabían qué hacer, entonces subieron al 512 para asegurarse que la vieja loca estuviera en su casa como siempre, encerrada y cantando sandeces, al subir se encontraron con un charco de sangre que salía de la puerta y todo en silencio, se espantaron e intentaron retroceder pero el pensamiento de su madre los impulsó a seguir adelante, se asomaron por el hueco que quedó en la ventana y alcanzaron a ver los pies de su madre tirada en charco de sangre que chorreaba hasta las escaleras, quisieron gritar y llorar pero se contuvieron para no delatar su presencia. Al mirar hacia la cocina, vieron a la vieja loca sentada en la mesa cenando y al lado de ella, acompañándola en esa cena, estaba la cabeza de su madre con una expresión de horror; no aguantaron la impresión, corrieron, gritaron y la vieja ni se inmutó, los vecinos salieron y horrorizados por la escena macabra llamaron a la policía. Se llevaron a la vieja loca al manicomio y al preguntarle porqué la había matado, no contestaba nada, sólo sonreía para sí.
Brenda Sotelo.

La Cabeza Colgante.

La cabeza, ya hacía ahí sobre la plaza del pueblo. Había pertenecido en vida a Luís Victoria, un joven al que le gustaba andar de pueblo en pueblo buscando amores de una noche, hasta que llego al pueblo de Minas, un lugar donde las personas eran de un alta moral, donde no permitían que actos impropios ocurrieran en su comunidad, ahí vivía Laura, hija del presidente municipal de minas, ella era una chica hermosa de cara y de cuerpo capaz de enloquecer a cualquiera, pero ella era prohibida para todo hombre su familia había decidido que llegada a los 17 años se iría del pueblo al convento para convertirse en religiosa. Luís al verla no dudo ni un momento que ella seria una mas de las que ya habían desfilado por su cama, pregunto a un anciano que estaba sentado en una jardinera de la alameda del pueblo que ¿Cómo se llamaba aquella joven que se paseaba a la vista de todos?. El anciano le respondió que la joven se llamaba Laura que era hija de una de las familias más ricas y poderosas del pueblo y que su destino ya estaba arreglado por sus padres, que se convertiría en religiosa apenas en un par de meses mas, ¡pobre de aquel que trate de impedirlo!
-No puede permitir que ella se vaya aquel destino sin que pruebe un poco de amor de un hombre que no se Dios- Pensó el.

Se dispuso a tratar de conquistarla y la intercepto a la salida de la iglesia a la que acudía a diario a oír misa de 7.
- Buenos días le dijo el. Ella solo con un movimiento de cabeza le respondió.
El dispuesto a llevar a cabo sus planes insistió, acudía a la salida de la iglesia cada día para conquistar a aquella joven que poco a poco empezó a ceder a las suplicas de el, empezaron a verse a escondidas y sus encuentros cada vez subían mas de tono.
Su familia extrañada de que la joven llegara tarde de sus visitas a la iglesia, decidieron investigar aquella tardanza, no tardaron mucho en darse cuenta de la verdadera causa de aquel retraso, su padre, furioso de que su hija elevada en santa para el, fuera llevada a aquel pecado inmoral decidió que luís, sufriera un castigo ejemplar para que a ningún otro hombre se le ocurriera acercársele ¡lo mando a degollar¡, no bastaron mas que unos 20 minutos para acabar con la vida de aquel aventurero, la cabeza colgaba ya en la plaza como advertencia a todo hombre que tratara de saciar sus deseos carnales en otra joven del pueblo.Laura por su parte no tuvo otra opción que seguir con su destino ya impuesto y entregar su alma a Dios y digo alma porque el cuerpo ya había sido entregado a aquel desventurado hombre sin cabeza.
Crystal.

La Marrana Sin Cabeza.

Cuenta la historia de la hermosa localidad de la Colonia Benito Juárez, que en las noches se aparece una marrana asustando a cualquier persona que se atreva a pasa por el guardaganado que se ubica entre los poblados de Contlalco y la Colonia Benito Juárez.
Esta leyenda o mito (no se con exactitud que es) surge a raíz de que Don Aquileo (que en paz descanse), tenia varios marranos, y como la costumbre de esos lugares es que los puercos anden sueltos (para ver que es lo que encuentran para comer); una vaca de Don Aquileo se encontraba pariendo, pero el no se encontraba para auxiliarla, y por ende los puercos, que andaban sueltos, aprovecharon la ocasión de comer viendo a la vaca desvalida, prosiguieron a comerse a la vaca y su becerro recién nacido. Cuando Don Aquileo se percató de esto corrió presurosamente a su casa; y con gran furia, tomando de su armario una escopeta calibre 12, mato a todos sus marranos, que eran diez volándole a uno de ellos la cabeza. Desde entonces ese animal divaga por las noches buscándola.

Elisa Viridiana Taboada Gutiérrez.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Éxtasis Callado.

Hacia frío, un frío cortante, sus ojos estaban llenos de una niebla espesa, que no dejaba ver casi nada, hasta sus pensamientos se contagiaron de esta neblina. ¿Cómo explicar?, sucedió así: Encontró un bolso, era de piel, no sabia de que piel, por un instante se imaginó que ese bolso era salido de las curtidoras de Auswitch y que por alguna razón había llegado a esta parte del mundo, lo que lo llenó de una sensación de deseo, una sensación que le enfermaba y lo hacia perder el control. El bolso era casi una obra de arte, pensó que había sido olvidado, tal vez robado y posiblemente seria propiedad de una persona acaudalada, merecedora de haber estado en alguna cámara de gas.
Se inclinó, en su pensamiento estaba la idea de que esa obra de arte sería liviana, mas al alzarlo se dio cuenta de que no era así, sus flácidos brazos tuvieron que hacer un mayor esfuerzo, entonces salió de su boca casi un suspiro, que escapó de su nublado cerebro –Mi vida está resuelta- dijo casi sin expresividad al notar que del bolso salía un collar de perlas con un nacarado perfecto como aquel de sus pupilas, además de una cadenilla que pudo reconocer como hecha de oro con finas incrustaciones de piedras que no era capaz de reconocer.
-Una vida resuelta, que fácil- dijo esta ves solo para sus adentros; entonces apresuró el paso, no se atrevería a abrir ese paquete sino hasta llegar a un lugar solitario, más solo que él mismo, imaginó que seria una broma, que tal vez sería una piedra lo que vendría cargando, o el recaudo para la comida de alguna casa rica, o tal vez serian chucherías sin utilidad alguna, propiedad de alguna encopetada; o cargaría con enervantes, drogas si era así de cualquier forma podría vivir con eso por algún tiempo, por fin se detuvo en el lugar más solitario, con el que incluso se identificó, estaba al inicio de una gran escalera de piedra de una construcción abandonada y destruida por el tiempo y la naturaleza; descansó agobiado por el peso, no sabia si de lo que venia cargando o con el peso de su mísera existencia, por fin saciaría su curiosidad, le costó trabajo abrir el bolso pero finalmente lo hizo como pudo, al entre abrirlo lentamente pudo reconocer un color familiar, una textura que día a día alisaba, peinaba y se esmeraba en su experiencia, reconoció el color; sus ojos se horrorizaron al ver una nota , la nota tenia casi vida, la vida que le faltaba y necesitaba, la vida que incluso hizo que la neblina se dispersara para ver con mayor claridad; esa nota casi le habla con una voz indescriptible, al leerla ya no reconoce su voz ni su pensamiento, -“Conoce tu muerte”- escucho en su mente, casi no podía creer lo que veían sus ojos.
Unos días después los vecinos y los perros, al igual que las ratas; atraídos por el hedor encontraron un cuerpo con la cabeza cercenada, el cuerpo era grotesco, la cabeza estaba cerca como mirando con los ojos bien abiertos el lugar donde alguna vez estuvo, el cuerpo al que perteneció; el cuerpo estaba en una posición grotesca, sugerente, lasciva y poco natural.
Venganza- pensaron todos, pero nadie se atrevió a expresarlo, era como si todos supieran que el otro pensaba lo mismo, estaban tan es sintonía con el aire y tan en complicidad con la nota que al contemplar ese cuadro infernal los se llenaron de una alegría, de una paz indescriptible o tal vez de un éxtasis orgásmico.
Ricardo Molina Domínguez

Solo Un Recuerdo.

Doña Desgracia cara larga y asustada, poco pelo pero bien peinada; así era mi esposa de la que me enamore un sábado en la madrugada, quería deshacerme de ella y no podía por que me invadía la pena, solo su cuerpo me gustaba de ella.
Su cabeza era fea y me asustaba al verla, solo yo me preguntaba como pude casarme y dormir cada noche con ella. Ahora recuerdo su cabeza, por que me quede con ella, anoche la mate al no poder creer que me case con ella.
Victoria Yazmin Merlo Vázquez

Ni Idea.

Había una vez, un pollo y una cucaracha, que vivían en un tulipán, hasta que cierto día; decidieron irse a vivir a otro lado, para poder criar a sus hijos, los cuales eran: un mosco y una tortuga.

Un día, cuando el pollo estaba paseando por los árboles, se encontró con un abejorro y le pregunto-¿De casualidad no sabe donde puedo comprar una casa nueva?- a lo cual el abejorro contesto-si a tres cuadras de la sandia, y da vuelta en el elote- gracias- le contesto el pollo y siguió el camino que la había dicho el abejorro, pero cuando llego al lugar se sorprendió, porque solo había una rana.

Confundido el pollo, le pregunto al la rana lo mismo que al abejorro, pero al simplemente lo volteo a ver y le dijo-llegue mañana a las 6:00 a.m. a esta dirección-avenida del arroz, esquina con telera número 00. Pero no llegue tarde- dijo la rana.

El sin preguntar y como si nada, llego a la mañana siguiente, donde la rana ya lo estaba esperando.-bienvenidos esta es la casa, pasen-dijo la rana, el pollo y la cucaracha sorprendidos por lo grande que era la casa, decidieron comprarla ese mismo día, sólo que no tenían mucho dinero.

Preocupado el pollo, le pregunto a la rana-¿Qué cual era el precio de la casa?, a lo cual la rana le contesto-son tres dientes de caballo- pero el pollo solo traía dos dientes, la rana triste le dijo,- no importa démelos: al fin y al cabo a mí me despiden mañana, y así la cucaracha emocionada, por su nueva casa, comenzó a decorarla con pedazos de naranja.

Pasaron dos años, hasta que el mosco y la tortuga se preguntaron, ¿En donde vivimos?, y decidieron que ya era tiempo de explorar su casa, ya que era muy grande y nunca lo habían hecho. El primer día, se encontraron con un tubérculo que lo sabía todo, el segundo día, se encontraron con unos gemelos, que siempre miraban al horizonte, el tercer día, por poco caen, en unos hoyos negros cubiertos de maleza, el cuarto día, se encontraron con una extraña, que no dejaba de hablar, al quinto día, decidieron regresar, pero cuando iban de regreso. Se dieron cuenta, que había dos caminos; uno hacia la izquierda y uno hacia la derecha, y se preguntaron ¿Hacia donde podemos ir?, a lo cual la tortuga contesto- a la derecha, porque soy diestra- el mosco la interrumpe de golpe y dice-no como crees, yo digo que hay que ir a la izquierda, porque soy siniestro, pero la tortuga simplemente lo miro, y soltó una carcajada.

El mosco molesto respondió; esta bien, ni tu ni yo, tirare una moneda y el que gane decide hacia donde ir, esta bien yo escojo cara-dijo la tortuga. El mosco tiro la moneda y cunado le mosco retiro la mano, vieron que había caído cara-gane escojo y hacia la izquierda- dijo la tortuga mientras el mosco la miraba con malicia.

Ya en el sexto día, cunado iban por el camino, observaron una salida con un poco de luz, y al salir, se dieron cuenta, que vivían en la cabeza de su tío. Al séptimo día, llegaron con el pollo y la cucaracha, y le dijeron-porque no nos dijeron que, vivíamos en la cabeza de mi tío, a lo cual ellos contestaron- por que nosotros tampoco lo sabíamos.

Ivan Rigoberto López Sandoval

martes, 11 de noviembre de 2008

Ojos Morados.

Tool era un joven apuesto, de cabellos castaños y tez aceitunada. Tenía el dedo anular de la mano izquierda más grande que los demás y ese era su único defecto.
Había vivido en Macedonia desde que nació, crecido en un pequeño pueblo de pastores y obreros. Ahí conoció a Luka, una chica rubia de ojos morados. Desde la primera vez que habían jugado en un riachuelo, un sentimiento muy poderoso los había unido. La sensación al estar juntos era indescriptible, era como un golpe: euforia, felicidad, magia, encanto y amor.
Cuando cumplieron los dieciocho años Tool, que se dedicaba a escribir y era muy famoso en el pueblo y en el estado, recibió una beca para ir a estudiar a Egipto. Aunque le dolía dejar a su amada Luka, decidió emprender el viaje, continuar con su carrera.
En el andén, con un beso apasionado se despidió de ella, no la volvería a ver hasta mucho tiempo después.
El 28 de noviembre de 1989, cinco años después, al fin se reunirían, Luka iría a visitar a su querido Tool “el de la mano deforme”. Su amor era constante, había persistido la distancia y cada vez se hacía más fuerte. Tool le había enviado hermosísimos poemas y cartas, donde le decía cuanto la quería y la extrañaba, musa de su arte e inspiración.
Luka iba en el tren, la ansiedad y los nervios la poseían, pronto estaría en Egipto con su amado. Salió a fumarse un cigarrillo en el balcón del último vagón, vislumbrada por el hermoso paisaje, inhalaba el humo, exhalaba y lo dejaba llevar por el viento. Las montañas, el cielo azul, los verdes árboles y unos pájaros cantando.
Subió por la escalerilla, asomándose al techo del tren. Sentía el aire contra su cara, sus cabellos se azotaban, cerró los ojos, sentía el palpitar de su corazón, todo era alegría, era feliz, feliz.
Entonces un intenso dolor, repentino, sólo un instante, luego nada.
La cabeza de Luka rodó por el suelo de granito y entre las vías.
Los cabellos rubios sucios y los ojos morados sin vida, que no pudieron ver el túnel que se avecinaba.
Tamara Jaramillo Sánchez

Nota Roja.

Puesta en una charola de plata sobre la mesa bien arreglada, aun con todas sus partes, fresca, recién cortada, humeda, pegajosa y con semblante de éxtasis que después servirá como escenario de fotografía, enjambre de policías y primeras planas en periódicos. La cabeza del masón como Juan Bautista.

Brissa Elena Sordo González

La Peor Muerte.

Ahora, aquí, no sé por que estoy acá, en este obscuro, frío y húmedo sitio, sólo siento un gran dolor en mi cuello, ¡ah! , siento estar fragmentado y un punzar agudo taladra mi cabeza, sé que hay una gran pena sobre mí, Mordieu…recuerdo…no puede ser…yo…Luis XIV… Robespierre… Maldito, debo salir y ayudar a mi esposa, pero…no puede ser , es arena La que me impide el movimiento , debo evitar que la pena capital caiga sobre María Antonieta; Sólo Dios podría permitir tan atroz castigo, el serenamiento de mi cabeza … una muchedumbre enardecida …ahora los recuerdos llegan…Maldito au nom de Dieu, Robespierre, mirad que atreverse a irrumpir en mis aposentos sin anunciarse en el matinal descanso y tratarnos como viles criminales ami esposa y a mi: atarnos y llevarnos a a la plaza central de París, ahí ,en medio , una guillotina… me abofetearon ,humillaron y colocaron mi cabeza en tan demoníaca maquina , ante ala algarabía del más paupérrimo proletariado ,sí, eso pasó, y ahora… ahora…!no¡… estoy guillotinado, sólo espero, pour Dieu, hayan tenido ,al menos compasión de mi bella y noble esposa , María Antonieta, y mi descendencia , y si lo hicieron ,sólo espero que la peor muerte, igual o peor a la mía caiga sobre sus hombros y sea también derramada su impía y mil veces maldita sangre , eso espero en nombre de Dios.
Saúl Kennet Domínguez Ocampo

La Euforia Del Cazador.

Recorrer las calles de ciudad Neza a pie no es fácil, y aun menos fácil es, cuando te están persiguiendo.
El sudor ya me empapaba toda la cara y el cansancio apenas me estaba llegando, la adrenalina corría por todo mi estúpido cuerpo incitándolo a seguir jadeando todavía más en esta carrera. Era tan natural como cuando me daban esos ataques de euforia en los partidos de los pumas, agrediendo a otros aficionados o en los toques del Sector oi o los Rude boys, donde no había noche, donde no se combatiera contra otros rapados; ya había corrido lo bastantes, los otros ya debían estar cansados, tendríamos como una media hora de persecución y ellos no mostraban señales de fatiga alguna, el esfuerzo era inútil, no había escapatoria, los perseguidores atraparían a sus presas.
Los que ahora corrían a mis espaldas al igual que yo, encapuchados de cazadora negra, mezclilla en las piernas y botas obreras, sin olvidar el paliacate o bufanda que cubría sus rostros típico de delincuentes, un buen estereotipo del cazador suburbano, intentaban darme alcance, no podían; mi ventaja era considerable, aunque yo no los veía, lo sabía, corrían todos atrás de mi. Podría imaginarlos rezagados por el cansancio, deteniéndose para respirar, apoyándose en sus bates con la vista al suelo dando profundos respiros, para de nuevo seguir corriendo por la calle. No compartían mi entusiasmo, no compartían mi odio.
Por fin llegábamos a calles conocidas, un alivio se reflejaba en mis carcajadas, en mis insultos para el enemigo. Se la habían pelado. Nada podría pararme de completar mi tarea, de llegar a mi destino, los perseguidores corrían, pero no alcanzaban, es cierto. Todo estaba predicho, habían un plan aquí lo sabía a la perfección, reía por ello, reía estúpidamente por ello.
En esos instantes de emotividad, cuando estaba en mi clímax de expresión, cuando simplemente estaba feliz de haber corrido lo bastante como para llegar allí, aparecieron al final de la calle mas de estos encapuchados de botas, habían esperado nuestra llegada para cerrarnos el paso; hacia mucho que esperaban, su plan había resultado. Al verlos me detuve, mire fijamente sus siluetas, todo había acabado o de otra manera las cosas apenas estaban empezando.
-Nazis de mierda, les llego su hora putos fachas –les dije a esos cabezas rapadas, a los skin neonazis que veníamos persiguiendo de la tocada en donde esperamos ansiosos, hace mucho que los habíamos cazado en la entrada. Ellos era el enemigo, los que se habían atrevido a pronunciarse racistas en la tierra del punk y skin antifaz, cazadores naturales de fachos. Esos pobres pendejos estaban perdidos, de aquí no salen vivos.
Roberto Carlos Monroy Álvarez, "El Carretero"

La Cabeza Azul.

Me desperté con una gana enorme de comerme a mi hombre como cada mañana, él, como siempre, permanecía impávido naufragando en las tierras de Morfeo, así, que eché mano de los más sucios artificios de persuasión para despertarlo.
Buscaba, desde luego, generar ese reflejo natural que impide a los hombres orinar correctamente en las mañanas, sin embargo, solo conseguí levantar una y otra vez la sabana con la inercia de mi mano.
Él permanecía profundamente dormido, y lo único que logre sacar de esa acción fueron tres vellos púbicos enredados en el anillo barato que me había regalado.
No lo molesté más, esperaría a que llegara la mañana para calmar estas ganas malditas que no me dejaban dormir.
El sol se colaba por la ventana y él se movía en mi dirección buscando bruscamente uno de mis pezones-normalmente así me despierta- , lo encontró, presionó y me dijo con voz suave al oído:
-quiero comer-
En mi desesperación por calmar las ganas malditas, escuche otra cosa y me monté sobre su pecho.
Él me retiro con fuerza y dijo con voz rasposa y grave;
-¡que quiero comer!-
Un suspiro salió de mi pecho y la cabeza se me hinchó de sangre.
¡Maldito y mil veces maldito!, su desconsideración era tal que no veía como mis mejillas, labios y pechos se hinchaba de deseo.
¡Maldito y mil veces maldito!, no eran ya solo sus desprecios matinales y los nulos detalles que tenía conmigo, ya no eran los regalos baratos y los gritos cuando la comida no estaba bien sazonada o la línea del pantalón bien trazada.
¡Maldito y mil veces maldito!
Un éxtasis extraño se apodero de mi cuerpo, lo tomé con fuerza por el cuello para provocar la erección deseada…
¡Aahhhh!, me rasguñaba y trataba de toser, mientras yo, me complacía como nunca al manejar por primera vez el ritmo a mi antojo.
De pronto quedamos los dos satisfechos; él a mi lado, sin hambre y con la cabeza azul, y yo, sin una queja para él, profundamente dormida.
Valia Mariela Ojeda Urcino

La Abuela Fina.

Un día mi abuela nos hizo un caldo de albóndigas, mi hermana y yo pensamos que eran cerebros de mono, otro día no hizo un licuado de huevo que tuvimos que tirar al lavamanos porque ya no nos entraba en el estómago, si mi mamá se hubiera enterado no hubiera castigado con lavar los trastes una semana, o tal vez dos. Otro día al ayudar a mi abuela a escombrar su closet, mi hermana se encontró doscientos pesos que después mi abuela le regalo y de tantas cosas me acuerdo pero hoy con más anhelo quiero recordar, fue un viaje que hicimos en el que nos contó sus años vividos en la juventud: los recorridos en moto con su hermano, tan linda como siempre que logró conquistar al que hoy es mi abuelo amado, sus salidas acompañadas de sus chaperones y las visitas que su galana le hacía a la universidad, las reglas que sus papá le imponía pero que ella siempre obedecía. Ese viaje fue hermoso; no fueron los tlacoyos, el rompope o las galletas de las monjas, fue mi abuela tan sensata tan linda, tan dama fina.
Rebeca Osorio Gleason

Ironía.

No puedo olvidar esa imagen tan espantosa, esos ojos que parecen mirar cada movimiento que doy.
Esa figura que durante el día esta postrada allí, tan tranquila, tan misericordiosa, tan admirable; pero que por las noches y por la oscuridad de la casa parece perturbadora y acosadora.
Esa imagen que a todos fascina pero que a mi aterroriza.
Esa cosa que llego a mi casa como un obsequio un apreciable obsequio y que se convirtió en mi peor pesadilla.
Eso que estaba en mi casa es la aberración en persona es lo que cambio mi vida para siempre.
Todo comenzó cuando tenía seis años, mi padre llego muy feliz de su trabajo con una caja enorme con un hermoso moño rojo.
¡Era a la caja más hermosa que yo había visto en mi vida!
Corrí hacia el pensando que el presente era para mí.
El puso la hermosa caja dorada sobre la mesa de la sala y pidió a la familia que se colocaran a su alrededor.
¡Por fin la gran sorpresa estaba apunto de salir!
Mis ansias se hacían cada ves mayores, que habría en la caja, -¿que era?- , -¿que era?-, -¿que había en la hermosa caja dorada de listón de seda?-,-¿Qué saldrá de ella?-,-¿que?
Mi padre muy delicadamente empezó a soltar el gran moño rojo y mis ganas de ver esa maravilla, no cabían en mi corazón ¿que había en esa caja?
¡Por fin se abrió la caja y de ella papá saco una enorme cabeza!-¡que a todos encanto pero que a mi causo gran impresión y aterrorizo!
Esa cabeza era de un caballo…¡era de mí caballo! del caballo que me regalaron cuando tenía cinco años y que tenía tres días de haber muerto y que ahora de ser el caballo con el cual conocí los campos se convertiría en el adorno de la pared de mi sala.
Montaño Miranda Emmeline

Fiesta.

El día era cálido y soleado, el cantar de las aves retumbaba por todo el jardín, y yo platicaba animadamente con mi mejor amiga.
-Por favor Ana, acompáñame a la fiesta- le suplicaba insistentemente. Ella lo pensó un momento y un segundo después me contestó, -no puedo, tengo que quedarme con Raúl, últimamente se ha estado comportando muy raro y dice muchas tonterías, creo que está mal de la cabeza-. No pude evitar reír para mis adentros, seguramente tanto golpe en la cabeza que mi amiga le propinaba ya lo había dejado medio loco.
De repente nuestra plática fue interrumpida por una mujer vestida toda de blanco y con una cofia en la cabeza,- Vamos Marina, es hora de tu medicina, además ya comienza a oscurecer y sabes que al Dr. Raúl no le gusta que estés fuera hasta tarde y sola, Y así repentinamente, arrancándome de ese, mi mundo ideal que solo se desarrollaba en el jardín del sanatorio donde al menos podía respirar una pizca de libertad, me arrastraban de vuelta a mi realidad, a esa habitación de tres por tres, esa que había sido mi cárcel por más de treinta años.
Ángela Beatriz Millán

El Pedestal.

Desde hace mucho tiempo que una cabeza de piedra que revela el rostro de un hombre, se posa sobre un pedestal; sólo es una cabeza, me comentan mis hermanos, pero, esa cabeza que representa ese rostro perdido, ¿qué paso con el resto de su cuerpo? Yo soy un joven, un joven con mucha imaginación, pero por más que permanezco horas viéndolo en el centro del laberinto no puedo imaginar, dónde quedó su cuerpo, pues noto yo, que la cabeza no va sobre el pedestal, sino que alguien la cortó de su cuerpo y la llevó hasta tal pedestal y lo dejó ahí. Mis hermanos me dicen que tal pedestal con la cabeza sobre ella, se encuentra así desde que ellos eran unos niños; y me pongo a pensar que entonces debe tener añales en esa forma, pues mis hermanos tienen entre diecinueve y veintitrés años de edad. Yo tengo doce años, vivo en una ciudad aproximadamente de doscientos mil habitantes, es una bella ciudad, histórica también, se dice que aquí ocurrió la decisión final para que la guerra civil que azotó a mi país años atrás que yo naciese, finalizase. ¿Acaso habrá una estatua sin cabeza por la ciudad que reclame lo que es suyo? ¿Acaso será la de un personaje importante de la guerra civil que ayudó a terminar con la guerra maldita? No tengo ni razón, en los paseos que hace mi escuela debes en cuando, a museos o lugares de interés educativo, nunca me han enseñado acerca de una estatua histórica que haya perdido su cabeza, ni en las noticias, ni en los recorridos para turistas. Tal pedestal como mencione anteriormente, se localiza en el centro de un laberinto circular. Alejado de toda vida de la ciudad, cercas del bosque, es un bello parque, va mucha gente, pero en la hora de la comida, el parque se ve solo y yo aprovecho a ir a recorrer el laberinto, prefiero recorrerlo a solas que acompañado, así conocí el pedestal con la cabeza, justo en el medio del laberinto. Mis hermanos me dicen que estoy fascinado con ello. Tal vez así sea.
Una noche, noche oscura y fresca, llena de una espesa neblina, no puede dormir, sentí la necesidad de volver a ver la cabeza solitaria. Salí silenciosamente de mi casa, para que nadie se despertara, podrían haber sido la una de la mañana. Con un solo suéter, mis pantuflas y una linterna de mano me aventuré a ir al laberinto. Se me hizo fácil el poder llegar al centro del laberinto circular, pues me lo sabía prácticamente de memoria qué camino tomar, así que la linterna me sirvió más para saber por dónde pisaba, que saber por dónde iba. Una vez llegado, poco nervioso, me encontré de nuevo con ese pedestal de mármol tipo románico. Después de verle no sé cuánto tiempo, se me ocurrió tomarla, y no sé, tal vez encuentre algún día todo su cuerpo, su estatua a donde debería de ir. El pedestal debía de medir como dos metros, traté de tomarla, me esforcé estirándome, así que como no podía alcanzarlo me tomé del pedestal y subí un poco, y al sentir la piedra del rostro fría y humedecida por la neblina, me sentí logrado, pero luego sentí también movimiento del pedestal, supe que no estaba el pedestal del todo fijado en el suelo, así que después de unos movimientos cortos que a mí me parecieron terroríficos, cayó, y cayó sobre mi dejándome tirado sobre abajo del pedestal, pero eso no fue todo, también mi fascinación por la cabeza de piedra fue mi último deseo, porque al caer la cabeza golpeo la mía, por lo mismo lo último que sentí fue lo que quería obtener. La cabeza de piedra partió la mía. Ahora sólo espero que otra persona tenga la misma fascinación por el pedestal, para que encuentren mi cuerpo. Pero no me he de sentir tan mal, patético, o tan fracasado en mis intenciones, porque por lo menos la cabeza de piedra había encontrado un cuerpo al fin, sí, al partir mi cabeza la cabeza de piedra encajó exactamente en mi cuerpo, hasta el rostro de ella miraba hacia el cielo oscurecido, en posición correcta con mi cuerpo, viendo la estrellas parpadeantes. Creo que hasta ha de sonreír, por el hecho de sentir otra vez, un lugar digno en donde posar su cabeza una vez más.

André Saldaña G.

El Cuerpo Sin Cabeza.

Como olvidar aquella tarde, cuando paseaba por el parque cuando de repente vi a dos hombres. Uno amenazaba al otro con un cuchillo puesto al cuello; eso me pareció muy extraño pero no le tome importancia, cuando volví a pasar mas tarde encontré un cuerpo lleno de sangre, pero vaya sorpresa la mia, el cuerpo no tenia cabeza. Me pareció recordar a aquellos hombres, si era uno de ellos pero no sabia cual.
Al regresar a mi casa solo con una pregunta ¿Por qué? Estaba sin cabeza así con esa pregunta me fui a la cama, al otro día muy temprano tocaron a mi puerta y al abrir vaya sorpresa era uno de los hombre del parque y me dijo de forma amenazante que si no cuidaba el frasco que llevaba correría con la misma suerte yo acepte pero me dio tanto horror que no supe que hacer a si pasaron los días y luego regreso a mi casa el tipo por su frasco que tenia la cabeza de su victima y me dijo que era la que mas quería ya que le debía algo y con eso se cobro.
Cristal Jaimes López

lunes, 10 de noviembre de 2008

Bienvenidos

Hola visitante, has llegado en el momento indicado; en este momento acaban de arribar unos cuentos maravillosos, huélelos, pruébalos, consérvalos en tu mente…

Bueno te dejo, tengo que ir por más de ellos. A nombre de los escritores: espero que pases un grato agradable.

Hasta la proxima...
El Doctor Veerdé